jueves, 28 de febrero de 2008

La sonrisa de la izquierda

Isaura Navarro

La sonrisa de la izquierda

La cabeza de lista más joven al Congreso entre los principales partidos no es una inexperta. Isaura Navarro (Valencia, 1973) ya ha debutado en Las Ventas. Ahora quiere volver al Congreso al frente de la UTE Iniciativa-Bloc-Verds. La matemática electoral le da la espalda, pero ella no está dispuesta a rendirse.

Carlos Alós, Valencia
Con 30 años recién cumplidos se plantó en la Carrera de San Jerónimo dispuesta a representar a una izquierda joven y moderna, atributos que Isaura Navarro defiende con orgullo. Ahora aspira a volver de nuevo al Congreso tras su expulsión de Izquierda Unida, con la escisión de Iniciativa como telón de fondo, y como delegada a tiempo completo en Madrid de una coalición genuinamente valenciana.Los leones del paseo madrileño no la intimidaron y a los de dentro se los ganó con la constancia de su trabajo. En cuatro años participó en la redacción de 50 leyes y se convirtió en una tenaz negociadora, en toda una experta en el arte del regateo con el resto de partidos, porque así es, más o menos, como alumbra el Parlamento las leyes. Por incluir un "deberá" donde populares o socialistas habían plasmado un "tendrá", su jefe de filas, Gaspar Llamazares, tuvo que escuchar de boca de diputados más veteranos reproches a la resistencia, una mezcla entre obstinación y rebeldía, con la que su chica defendía sus posturas. Nieta de un combatiente en la guerra, hija de otro batallador durante la dictadura franquista, Isaura se define a sí misma como una luchadora en los tiempos que le ha tocado vivir, los de la democracia.Soltera y sin hijos, Isaura Navarro se licenció en Derecho y ejerció como abogada en el sindicato Comisiones Obreras. Su especialidad en el ámbito de la empresa le permitirá gestionar con la preparación debida esa unión temporal de empresas que es la coalición Iniciativa-Bloc-Verds para las generales y que se siente heredera de la marca Compromís. Isaura no es mitómana, pero tiene en Rosa Aguilar, su hasta hace pocos meses compañera de partido, un ejemplo de mujer trabajadora en el mundo de la política, un espejo en el que mirarse cada día en defensa de los valores de la izquierda. Odia la frase "todos los políticos son iguales" porque cree que no es justa. Después de cuatro años aún le quedan cosas por hacer, como exigir que el Estado deje de financiar a la Iglesia o que no le impidan ejercer su derecho a la apostasía. Aprendió a leer y a escribir en la lengua de Cervantes porque su madre es asturiana, pero Isaura se empeñó en aprender la propia, aquella que escuchaba hablar en los veranos que pasaba en el Comtat, donde sus abuelos tienen una casa. Por eso en su época de estudiante de Derecho en la Universitat de València sólo tenía ojos para TV3. Se lanzó a practicarla y con esfuerzo de autodidacta y palabra a palabra, aprendió la que ahora es su lengua de militancia en Iniciativa-Bloc-Verds. Recuerda que hablaba "de pena" eso que ahora llaman valenciano/catalán y que cuando visitaba a sus amigas en la Ribera del Xúquer, muchos autóctonos reparaban en el esfuerzo que hacía aquella chica de la capital para no desentonar. Ahora representa al Bloc, pero ella no es nacionalista y mientras sonríe explica que no le supone ningún contrasentido porque aspira a proteger y a defender los intereses valencianos. Adora Valencia, la ciudad, sus calles, su luz y se siente cobijada y tranquila recorriendo su barrio, la zona de Blasco Ibáñez. Está dispuesta a dar guerra de nuevo y eso que ser diputado en IU nunca fue fácil. Eran pocos representantes, cinco en total, y muchas las comisiones y los debates a los que acudir. Hubo días en que tenía propuestas que defender en el Congreso sobre temas diferentes a la misma hora. Tal vez por ello, los cuatro años en Madrid se le pasaron volando. Los horarios los pactan los grupos mayoritarios, que tienen centenar y medio largo de diputados, pero en IU se hacía imposible llegar a todo. Isaura fue portavoz en siete comisiones, secretaria cuarta de la Mesa, realizó 500 intervenciones y presentó 1.400 iniciativas. Hasta le dio una Copa al Levante UD, aquella de la República, conquistada en 1937, pero invalidada por el franquismo y que llegó a las vitrinas del club valenciano por el tesón de la diputada. A su regreso se alineó con los críticos de EU y la despacharon. Ahora, con la sonrisa como arma, vuelve a la carga.





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