La comunidad homosexual en Rusia deberá esperar hasta el año 2112 para volver a desfilar en las calles de la capital. Así de tajante se mostró ayer en su determinación el Tribunal municipal de Moscú, al considerar legal la prohibición dictada meses antes por el ayuntamiento y que fue recurrida por el líder de los homosexuales del país, Nikolái Alexéyev. El fallo fue recibido entre una mezcla de ira y estupor por parte del colectivo de gays y lesbianas, que ya ha asegurado que recurrirá la sentencia ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
«Siempre nos dicen que no, pero en Estrasburgo declaran ilegales esas decisiones. De esta forma obtendremos el reconocimiento de la ilegalidad de la prohibición», afirmó Alexéyev poco después de conocer el fallo de las autoridades judiciales. El Tribunal de Moscú alegó, al igual que los líderes políticos de la ciudad, que una marcha de homosexuales supondría un riesgo para el orden público y generaría incomodidad a la mayoría de los habitantes de la capital.
Los gays y lesbianas denuncian que «Rusia se parece más a Irán y a Corea del Norte que a Occidente en lo relativo a los derechos de los homosexuales». De hecho, hasta su eliminación en 1993, el artículo 121 del código penal sancionaba con penas de cárcel a los miembros de dicho colectivo. Las cosas no parecen haber cambiado mucho actualmente. Una reciente encuesta del Centro Analítico Yuri Levada, recoge que el 74% de los rusos considera a las parejas del mismo sexo amorales y enfermos mentales. Por su parte, menos de la mitad de la población opina que deben gozar de las mismas garantías que el resto.
Pese a las restricciones impuestas y la falta de autorización del ayuntamiento de Moscú, los homosexuales se han venido manifestando anualmente desde 2006 en contra de la discriminación. Sin embargo, la tensión se disparó al máximo el pasado mayo, cuando decenas de gays y lesbianas fueron detenidos junto a nacionalistas ortodoxos en el último intento de llevar a cabo una marcha del orgullo gay en la capital rusa.
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